lunes, 21 de diciembre de 2020

La Internacionalización de las Actividades de la Academia Nacional de la Ingeniería y el Hábitat

 


LA ANIHVEN EN ESPAÑA

 

Prof. Asdrúbal Romero M

 

La Academia Nacional de la Ingeniería y el Hábitat de Venezuela -ANIHVEN- ha asumido en los recientes tiempos una propuesta estratégica realmente trascendente. Habida cuenta del fenómeno de la Diáspora con el nefasto efecto colateral, para nuestro país, de la significativa fuga de cerebros,  la Academia ha considerado altamente pertinente internacionalizar sus actividades mediante la designación e instalación de comisiones en el exterior. ¿Qué se  persigue con ello?

El perfil sociodemográfico de nuestra población migrante es muy distinto al de otros países latinoamericanos. Las primeras cohortes de emigración se integraron mayormente por sectores provenientes de estratos medios y altos con un alto índice de profesionalización. En lo atinente a las áreas de conocimiento que engloba nuestra academia, resulta muy triste observar la gran cantidad de ingenieros y de otras profesiones afines abocadas a los temas de ambiente y hábitat que ha salido de nuestro país. ¡Una pérdida que ojalá no sea del todo  irreversible! En consideración de este contexto, se ha venido trabajando en ANIHVEN sobre el tema de la diáspora que particularmente nos incumbe. Varios académicos residenciados en países donde se ha concretado una mayor concentración de estos profesionales: Carlos Genatios (USA); Alfredo Viloria (Ecuador); José Manuel Martínez  (España y Francia) han venido recopilando información y articulados de cara a conformar una red de información temática gestionada por la Academia.

Estos precedentes se complementan perfectamente con la iniciativa promovida por el Académico Eduardo Buroz, actual presidente de ANIHVEN,  de activar la instalación de comisiones de actividades internacionales de ANIHVEN en el exterior, correspondiendo a España el tener la primera comisión instalada que me honro en presidir. Conjuntamente con el Ing. Carmelo Ecarri, en la Vicepresidencia, el académico Manuel Torres Parra y otros distinguidos profesionales asumimos la representación de la Academia en esta Madre Patria, la cual, no extrañamente, ha sido elegida como destino de muchos de los profesionales a los que ya hemos hecho referencia. ¡Muchos jóvenes y también muchos mayores con dilatada experiencia y trayectoria!

Tenemos mucho qué hacer por adelante. Más allá de las tareas de relaciones públicas e institucionales que debemos cumplir, tales como el tomar contacto con las organizaciones públicas y privadas que, aquí en España, movilizan todo lo concerniente a la generación y promoción del conocimiento sobre la Ingeniería y el Hábitat –el Instituto de Ingeniería en España, las diversas universidades y muy interesantes centros de investigación-; y el establecer relaciones formales con nuestra institución hermana, la Real Academia de la Ingeniería, nos motiva nuestro compromiso el contribuir, muy activamente, con todas las metas que se propone el proyecto de la diáspora profesional bajo el paraguas ANIHVEN.

Incluida entonces dentro de nuestras acciones prioritarias está: obtener información sobre ingenieros, y profesionales afines, venezolanos radicados en España y sus redes de trabajo profesional, a los efectos de  interactuar con ellos e identificar sus logros en el campo científico- técnico y promover su participación en la ANIH. Se trata de involucrarnos con el programa de la Diáspora, diría más: adoptarlo como si fuese nuestro, para lo cual ya José Manuel nos ha presentado una agenda muy concreta. Aspiramos a que las relaciones concertadas mediante el programa de acercamiento institucional,  puedan generar beneficios para la diáspora tales como el hacer más fluida su incorporación a las actividades propias de la profesión y a la investigación en planes conjuntos aquí en España. Existe otra razón muy importante por la cual involucrarnos en el levantamiento y organización de la Diáspora que no se puede dejar de mencionar.

La razón de ser de las academias nacionales es la de contribuir al desarrollo del país en sus múltiples facetas y esto tiene que ser parte de la conciencia colectiva de cada uno de sus apéndices. Ellas dependen para su funcionamiento, directamente, del erario nacional y, por ende, de las torcidas decisiones de un régimen al que no le pueden gustar las academias como condición innata de su propia esencia. Esto nos puede aportar una idea de lo dificultoso que está resultando para ellas el sostenerse.  En nuestra “Visión Última” siempre estará, en todo momento, cómo poder ayudar a la ANIHVEN y a Venezuela. Nuestra academia, la de más reciente creación durante el segundo gobierno de Rafael Caldera, ha sobrevivido a un severo estrangulamiento financiero gracias a la titánica labor de quienes la han dirigido en estos años sombríos para la Patria. Por estas razones debemos ser difusores, en cuanto se nos brinde la oportunidad, de la oscura realidad profesional y educativa que se vive en el país.

Más importante aún: en nuestra “Visión Última”  nunca perderemos de vista, valga la redundancia, que, en algún momento, la nación necesitará de todo nuestro apoyo ingenieril a los efectos de coadyuvar en la reconstrucción de toda su infraestructura y el sistema educativo. ¿Qué mejor contribución podemos hacer que la de tener a toda nuestra diáspora organizada, aceitada y sensibilizada de cara al desafío que constituirá esa gran misión?  Aunque en las discusiones de la Academia nunca se haya puesto en negro sobre blanco este objetivo, quizás nos estemos adelantando a lo “No Anunciado”: en el sentido de comenzar a construir sólidas redes de nacionalidad en el extranjero en las cuales conservar nuestro acervo patrio y la férrea voluntad de rescatar el territorio enajenado por una muy burda pero, también, muy organizada red delictiva.

domingo, 23 de agosto de 2020

LA PENÚLTIMA ESCENA (ejercicio narrativo)







¡Vivir!

@asdromero


Con visible dificultad para caminar, Rosa llega con su marido, Gilberto, a la Maternidad. A pesar de la larga caminata se les ve animosos. Su yerno les ha mandado a avisar que María Isabel se encuentra ya en el lugar, a punto de dar a luz su primer nieto. Ella, a pesar de las ingentes calamidades que le ha tocado vivir, todavía refleja en su rostro difuminados rasgos de la belleza de su juventud. Unas canas en su pelo hablan por su mermada economía que no les permite disimularlas. Su sonrisa, por momentos, es muy diferente a la de su marido, más amplia y sin nada en el fondo que la enturbie. En la de ella se hace notar el mensaje de una aprehensión escondida. Quizás, el temor de la experiencia por la que va a pasar su hija. Gilberto, mucho más gastado por la vida; enflaquecido, con una escasa masa muscular que lucha por mantenerse adherida a su esquelética anatomía, cubierta por una ropa que apesta. Una sensación a la que ella se ha acostumbrado, a pesar de molestarle mucho que él deje de bañarse por varios días con la excusa del agua siempre escasa. Por nada del mundo le diría que apesta. Su regaño lanzaría una sombra sobre esa felicidad de futuro abuelo que todavía tiene la capacidad de impregnar a su alrededor, como si fuese una lámpara de una tenue luz azul tranquilizadora. Nunca ha dejado de sorprenderle la tenacidad de su gilberto para vivir. Cae y se levanta. Y vuelta otra vez: cae y se levanta. Es lo que les ha tocado en la Revolución Bonita.

Preguntando aquí, preguntando allá, llegan hasta la antesala de la habitación donde tienen a la niña en trabajo de parto. Intentan entrar, pero una joven se les interpone. No pueden entrar -dice-.

 -¿Es María Isabel a quien tienen allí? Es nuestra hija.

 -Positivo el nombre. Aun así no pueden entrar a verla. Son las órdenes en las actuales circunstancias.

Rosa se dirigió hacia la sala donde les había ordenado sentarse quien ella pensaba era una enfermera. Aunque no vestía como tal. Jaló del brazo a su marido, que continuaba feliz en las nebulosas, pensando que no terminaba de entender eso de "actuales circunstancias". Se sentaron en la amplia sala donde otras personas estaban esperando.

 -¿Qué se habrá creído esa enfermera? Aunque... ¿Te fijaste Gilberto que la alzada esa no vestía como enfermera con esa bata blanca?

Silla de por medio se encontraba una señora mayor que, al parecer, le puso oídos a lo que ella se preguntaba. No es enfermera, dijo sin pedir permiso para entrometerse en su conversación. Esas son las nuevas médicas que el gobierno gradúa por montones. Gilberto habló por primera vez:

 -¿Médicas o mujeres médicos?

 -Yo hablo como el Comandante nos enseñó, aunque nos haya dejado al inservible platanote.

 -¿Las que reciben clase de los cubanos? -terció Rosa-.

 -¡Las mismitas!

Cualquiera podría haberse dado cuenta, en ese momento, que la tenue sombra de preocupación en el fondo de los ojos de Rosa se había súbitamente agrandado. Un grupo de cuatro hombres entra a la sala. Lo encabeza Juan, el futuro padre, con su pronunciada cojera de la pierna izquierda. Le acompañaban tres trabajadores de la fábrica donde el yerno era el jefe del sindicato chavista. Rosa y su marido eran gente sencilla que poco les importaba lo que la gente solía referir como “política”. Si no trabajamos no comemos: era uno de los predicamentos preferidos de Gilberto. Sin embargo, habían bautizado a la hija con el nombre de la esposa del Comandante cuando ganó sus primeras elecciones. Algún sentimiento de especial afecto les debe haber generado en aquel entonces la pareja presidencial. En cuanto Rosa avistó a Juan, se levantó y comenzó a caminar apresuradamente hacia él. Era un buen hombre. Les había salido bueno como yerno. Cuando les pidió la mano de María Isabel, más duda les había producido el hecho de su discapacidad que su condición de pertenecer a un partido que la gente del barrio había comenzado a odiar con predilecta pasión. ¿Pero qué podían exigirle a la vida si su niña se les había quedado sin habla a los siete años? Una malaria que se había complicado por no haber recibido oportunamente el medicamento requerido. Por eso se habían venido a la ciudad desde aquel pueblo maldito. Nada se había podido hacer para recuperarle el habla.

 ***


No era una ahora sino tres. Cada una más pichona que la otra con sus batas blancas de “médicas” enchufadas. Amenazaron con llamar a la policía si Juan no se calmaba. Acostumbrado a jefear se había puesto un poco violento ante la negativa de ellas de dejarle entrar a ver a su mujer. La misma canción: “órdenes estrictas”; “circunstancias especiales”. Rosa tuvo que calmarle pensando que quizás ella era la culpable por haberle dado tanto casquillo. En cuanto le vio entrar a la sala con sus amigotes casi corrió hacia él; le agarró de un brazo y le jaló hacia la antesala, haciendo más patente su cojera, mientras le explicaba lo que estaba pasando y sus temores sobre lo que le podría ocurrir a su muchacha en manos de “esas inexpertas”. Regresaron a la sala de espera. Juan se dirigió a uno de los que le acompañaban.

-Yo sé lo que está pasando aquí. A los médicos que se sumaron a la protesta organizada por “Médicos Unidos” se los llevaron todos presos por protestar la falta de condiciones para trabajar. Se los llevaron al retén del CICPC que está cerca del Hipódromo. Felipe, vete para allá.

-Ajá, ¿y qué hago cuando llegue allá?

-El que está al mando es Óscar, un carajo que me debe una bien grandota. Búscalo; cuando estés con él me llamas y me lo pones al teléfono. Le voy a pedir que me preste al Dr. Sosa por unas horas, que nosotros nos hacemos responsables de devolvérselo. Acompáñenlo muchachos, para que vea que somos una patrulla y que no se nos va a escapar.

-¿Y tú crees que te va a hacer un favorsote como ese?

-¿Ese? Se muere por los cupos. Ya le saqué uno de los toyotas chinos pa la mujer, y ahora está loco porque le consiga una camioneta.

Los amigos de Juan salieron en carrera a cumplir su encomienda. Mientras éste se fue con su suegra hacia donde estaba Gilberto sentado esperándoles. Allí le explicó a Rosa que el Dr. Sosa era su pana. Un gran médico; uno de los fundadores de esta maternidad; pudo haberse retirado hace tiempo para dedicarse a su ejercicio privado pero no lo hizo porque le gusta ayudar a la gente como nosotros, suegra. No se preocupe, con él estaremos cubiertos ante cualquier mala vaina que pudiera pasar. Con estas palabras trató de calmarla. E iniciaron una tensa espera. Todos en silencio. La angustia les corroía por dentro.

 ***


Transcurrieron dos horas hasta que los compinches del yerno se aparecieron con el Dr. Sosa en la sala. Todo hasta ese momento había funcionado conforme a lo planeado. El Jefe de la Delegación, Oscar, se encontraba en el sitio. La llamada telefónica fue posible y produjo sus frutos. El policía accedió. No corría ningún riesgo. Lo que Juan no sabía es que tenían previsto liberar al Dr. Sosa esa misma tarde, antes que el “pobre viejo”’ se les fuera a morir. Si no se lo devolvían, igual redactaban un acta de liberación ficticia y resuelto el asunto. A cambio, ya se veía en su camionetota, así fuera china. El trabajo de parto de María Isabel al parecer iba lento. Así que todo parecía engranar a la perfección. Los rostros de los tres en la tensa espera cambiaron radicalmente al verlos entrar en la sala. Pocos segundos tuvieron que pasar para darse cuenta que algo andaba mal. El Dr. Sosa prácticamente no podía sostenerse en pie. Los muchachos lo traían sostenido y casi a rastras. No pudo emitir ni siquiera un saludo cuando le pusieron frente a Juan. Este ordenó que le sentaran.

-¿Qué le pasa al Doctor, Felipe?

-Que no ha comido en tres días. Quien me lo entregó me lo dijo. Y también, que pensaban soltarlo hoy mismo porque lo veían muy débil.

-¡Cómo no va a estar débil! ¡Malparidos! ¿Y por qué coño no le compraste algo para comer?

-Andamos todos limpios, jefe. Usted sabe bien cómo está la situación.

Juan sacó dinero de uno de sus bolsillos. Vete a la calle del hambre, le dijo. No te presentes aquí sin algo para darle a comer al pobre doctor. Transcurrió una hora más hasta que el diligente secretario regresara con una bolsa grande de pan. Rosa le había pedido a Gilberto que se sentara al lado del Doctor para tratar de reanimarle, pero este continuaba casi en estado catatónico.

-Los de la calle del hambre estaban cerrando. Tuve que caminar hasta la panadería y compré todo el pan que quedaba.

Gilberto se dispuso a darle de probar el primer pan al Doctor. Reaccionó inmediatamente y comenzó a comer con desesperación. Todos contentos. Todavía no les habían avisado que María Isabel hubiese iniciado la etapa final de su trabajo de parto, así que, de presentarse cualquier problema, contarían con ayuda experta. Pero, el hombre seguía comiendo. Tres hogazas de pan gallego, más o menos grandes, se había devorado, más un litro de jugo de guanábana, y todavía no parecía haberse saciado. Repentinamente, dejó de comer y retornó a su estado anterior de inconsciencia, sólo que ahora se dibujaba en su rostro un casi imperceptible rictus de satisfacción que sólo era interrumpido por un hipo de frecuencia bastante regular. Nunca había visto a una persona hipar estando dormido, comentó Juan mientras la preocupación se hacía presente de nuevo dentro del grupo.

***


La raída cortina que servía de puerta de separación entre la antesala a la sala de parto donde tenían a María Isabel y el espacio más amplio donde estaban ellos, se abrió repentinamente. Uno de las doctorcitas salió y se dirigió hacia el grupo. Cuando vio al Dr. Sosa preguntó de muy mala manera:

-¿Qué hace ese señor aquí? ¡Se lo llevan inmediatamente o llamo a la policía! Él no puede intervenir en nada.

-No se preocupe señorita. Ya nos lo llevamos -le respondió Juan inmediatamente-.

-Usted puede venir con sus padres a la antesala, ya el parto va a comenzar.

Mientras se dirigían hacia la antesala, Juan volteó y le picó el ojo a los amigos, como diciéndoles que no se fueran a llevar al Dr. Sosa. Entraron y a los pocos minutos, el primer llanto del bebé. Una inmensa alegría y sensación de tranquilidad inundó el corazón de los tres. Déjenosla ver, le pidió Rosa a la joven. No está permitido, pero le voy a entreabrir la puerta para que la vea. Así lo hizo y una poderosa mirada se cruzó entre madre e hija, como si fuese un corrientazo de ternura. A María Isabel se le veía agotada pero feliz. Salgan ahora, en cuanto podamos les enseñamos el bebé. Me imagino que ya sabían que esperaban un varoncito, les dijo la doctorcita que parecía haberse humanizado abruptamente, quizás en honor al acontecimiento del eterno renacer de la vida.

Salieron y comenzó la celebración. Sacaron una botella del caballito frenao y unos vasos de plástico. Los miaítos sí los tenían planificados. Los amigos ruidosamente felicitaban a Juan. El Dr Sosa, como a unos veinte metros, continuaba aniquilado. En eso, otra de las doctorcitas sale llorando y pidiendo auxilio. Con sus guantes ensangrentados, corre hacia el Dr. Sosa. ¡Auxilio, auxilio! Es lo único que se le ocurre decir en el transcurso de su corta carrera.

-Auxilio profesor. ¡Una hemorragia! Ayúdenos, la paciente se nos ha venido en sangre y nos sabemos cómo parar la hemorragia.

Pero el Dr. Sosa no tuvo reacción. La joven lo batuqueó con fuerza y nada. ¡Qué va a reaccionar ese después de la hartazón de pan que le metió a esa barriga! Exclamó Felipe. Se atragantó de tanta desesperación, dijo otro de los amigos. Juan se quedó tratando de reanimarlo. Rosa primero y Gilberto, detrás de ella, salieron disparados hacia la sala de parto. Ningún ser humano habría sido capaz de detenerlos. Cuando entraron, vieron unas toallas blancas colocadas sobre el piso como para absorber la sangre, pero era demasiada sangre. El retrato de un estúpido final que quién sabe cuántas veces se repetiría en las maternidades del país. María Isabel estaba pálida como un papel. La joven que estaba sentada frente a sus piernas abiertas osó confesarles llorando:

-Nosotras sólo somos estudiantes. No nos han entrenado para resolver una complicación como esta.

Los rostros de Rosa y Gilberto conformaban un poema de insondable dolor. Otra vez la Vida les golpeaba con todo, con una furia que no alcanzaban a imaginar su lógica. Cada segundo que marcaba el segundero de la Muerte, intensificaba la blancura de la tez de la víctima. La lividez también invadió la expresión de Rosa, como si su sangre, por obra y gracia del Espíritu Santo, hubiese escapado de sus venas para unirse a la de su hija en alguna paila roja habilitada para las víctimas de la lógica de la crueldad que les perseguía. Sólo atinaba a decir:

-Fengxia no te vayas, por favor. Fengxia, no me abandones.

 ***


Desde el mismo momento que había comenzado la secuencia del hospital tuve el pálpito del trágico final. Cómo no: si es lo mismo que estamos viviendo. Esto, que acabo de narrarles, es mi versión libre y tropicalizada de la secuencia que concluye en la penúltima escena –la muerte de Fengxia- de una excelente película china: ¡Vivir! Traten de verla. Lo impresionante de las similitudes entre los dos relatos les sorprenderá. El cuento no es el cuento sino que la historia se repita. Sí, a pesar de la distancia espacial, casi quince mil kilómetros separan a Pekín de Valencia, y de la separación temporal: la película retrata la vida de una pareja, Fugui (Gilberto) y Jiazhen (Rosa), desde los cuarenta del siglo anterior, sus tiempos de prosperidad, hasta las múltiples penurias que les aquejan en los tiempos de la Revolución Cultural de Mao –los sesenta-. La foto del Gran Líder aparece en todos los rincones. El retrato que sirve como recuerdo familiar de la boda de Erxi (Juan) y Fengxia (María Isabel) tiene como telón la pared de una calle en la que está pintado un gran mural con el omnipresente Mao. Es relativamente sencillo para cualquiera ir atando cabos. Tanto tiempo ha transcurrido, tanta distancia y la historia se está repitiendo con toda esa carga de estupidez colectiva y una omnisciente lógica de la crueldad que es como una biblioteca en la que puedes encontrar cualquier justificación a tanta inhumanidad.


La interpretación de Gong Li, una actriz china de la que me enamoré platónicamente en la oscuridad de un cine madrileño viendo “2046”, es desgarradoramente magistral en esa escena final de la secuencia del hospital. Tuve que detener la reproducción y levantarme de la silla. El corazón lo debía tener extremadamente empequeñecido. El “Gran Salto hacia Adelante” no queda retratado en su pretensión épica, sino en los más íntimos detalles del vivir de una pareja de sencillos seres humanos que han quedado atrapados en los caóticos cambios que ocurren en su país. Ellos son como “extras” en un proceso político en el cual no desean tomar parte ni alcanzan a comprender. A través de todas sus luchas, penurias, momentos trágicos y también de alegría e inusual magia, los caracteres continúan sus vidas. Como lo apunta Jiazhen en uno de los diálogos: no importa cuán duras o ásperas sean las circunstancias, la única elección es continuar. Eso es: ¡Vivir! Esa es la Vida. Caes con los nobles golpes que ella te propina y te levantas porque es tu única opción si deseas seguir viviendo.


En la escena final de ¡Vivir!: La pareja come con su yerno y su nieto (Mantou) -ocurre unos años después-. Contrasta con la tragedia de la penúltima escena, ahora disfrutan de momentos de felicidad. Todo es risas y alegría. Son sobrevivientes. Ambos se las han ingeniado para continuar empujando hacia adelante y esperando lo que los momentos de la vida puedan brindarles, porque, a pesar de todo, vivir es eso y es lo que hay.

domingo, 26 de julio de 2020

Fin de la Serie: "Pensando en la Venezuela del Futuro"


Lectura sobre el Episodio

 “Calderón Berti”


@asdromero



I-Un llamado generacional que debe ser atendido




Creo que todos los venezolanos que deseemos aportar algo a la causa de Venezuela, deberíamos escuchar la entrevista que le hiciera el periodista Napoleón Bravo a Humberto Calderón Berti en los días próximos (30-11-2019) a este ser destituido por el Presidente Interino Juan Guaidó.  Comienzo por manifestar que me sentí absoluta y totalmente identificado con todos los señalamientos que Calderón Berti afloró en dicha entrevista. Y debo aclarar también que no me une a él ningún lazo de amistad. La última vez que coincidimos fue en un evento organizado por la Plataforma Democrática de Venezolanos en Madrid hace, aproximadamente, unos 17 años.

¿Por qué un señor bien resuelto económicamente, a la edad de 78 años, iba a dejar a su familia en Madrid para trasladarse a Bogotá a ejercer el complejo cargo honorario de embajador del interinato ante el gobierno de Colombia? Sólo se me ocurren dos razones. Por vocación de servicio. ¡Por el deseo de colaborar en lo que se pueda a liberar a Venezuela de las garras destructoras de los forajidos que usurpan su gobierno! En esta onda andamos muchos que detentamos cargos importantes en los agónicos tiempos de la Cuarta República y otros que hicieron aportes significativos sin la necesidad de detentar cargos en esa misma época. Individualidades que éramos críticos con lo que venía aconteciendo en la República y que no se nos puede achacar, como mucha gente alegremente lo pretende, de no ser más que otras frutas podridas de ese guacal de la Cuarta donde todo se había perdido.

Con ese estereotipador infundio que todos los actores de la Cuarta son, de alguna manera, responsables de todo lo que ha devenido con posterioridad, se ha pretendido marginar de la Política a mucha gente con experiencia y visión de lo que representa manejar el Estado. Calderón Berti viene a ser un ejemplo emblemático, y sin mancha, de esa generación cuya potencialidad de continuar aportando al bienestar de Venezuela fue, abruptamente, abortada por el arribo del Chavismo al poder. Extrañamente, se le brindó la oportunidad y cuando no le quedó más remedio que actuar: lo hizo de acuerdo a su conciencia. No se podía esperar otra cosa de él. Inmediatamente, los descontentos con su actuación, que además quedaron en evidencia de no actuar ante la malversación de recursos financieros destinados a la ayuda de los militares que habían desertado hacia Colombia, hablaron de la segunda razón, la mala, por la que Calderón había aceptado el cargo.

Era de librito que iban a recurrir a ese expediente. ¡Calderón estaba en Bogotá por su interés de conspirar en la búsqueda del poder para él! Allá quienes crean en tan burdo argumento. Quien ande buscando el poder en Venezuela, no se va a ir a desempeñar una embajada honoraria en Colombia. Siendo tan inteligente: ¿A cuenta de qué Calderón iba a escoger una ruta tan larga y espinosa?

Pero apartándonos de los tira y encoge de este episodio, lo más importante, en mi opinión, de esta entrevista a Calderón Berti es que saca a colación el tema del sectarismo generacional. Sus palabras pudieron haber sido mías. Le escuchaba exactamente lo que yo venía pensando desde hace ya unos cuantos meses y que, lo confieso, no había tenido la personalidad suficiente como para ventilarlo a viva voz como realmente se lo merecía. No es un tema fácil, circula en rumores de pasillo pero nadie se había atrevido. Con razón, un amigo, que ahora lo considero más amigo, me escribió para comentarme a raíz del anterior trabajo, “El Vacío Generacional”, que me había atrevido a abordar un tema tabú y melancólico. En los dos calificativos llevaba razón.

Hay sectarismo generacional, lo cual aunado a la sensación que tenemos la mayoría de los segregados de que las cosas no se están haciendo bien, crea las condiciones propicias para el llamado que hace Calderón Berti en su entrevista a que nos organicemos. ¡Yo estoy totalmente de acuerdo con esa convocatoria! En este lapso tan trágico  del país existe una creciente desconfianza de la sociedad civil venezolana, en que el estamento político que se autocalifica de opositor pueda brindarnos una vía de cambio integral que posibilite la recuperación de la República. Millones de venezolanos hemos alcanzado un estado en el cual carecemos de referencias creíbles por la ausencia de un liderazgo confiable. Siendo así, no podemos continuar siendo mudos testigos de este doloroso derrumbe.

Y quienes tenemos mayor responsabilidad de organizarnos para la participación, debemos ser los que por formación, madurez, experiencia y mayor visión en lo que debería constituirse como Estado para una Venezuela que va a ser necesariamente distinta a la que fue, estamos absolutamente convencidos que quienes actualmente dirigen la bandera del Cambio no tienen una visión precisa y razonablemente adecuada de hacia dónde deben conducirnos. ¿Y por qué se atreve uno a decir una afirmación tan grave como esta habida cuenta de la coyuntura tan delicada a la que ha arribado el país?

II-Una hipótesis como respuesta



Porque, sencillamente, no han logrado construir ni trasmitir un nuevo relato político para Venezuela que convenza. Y sin duda,  esta Venezuela que tenemos demanda de un nuevo relato político. Pasan los años y ellos se continúan moviendo en el espacio de las conductas políticas convencionales. Se continúa coqueteando, por ejemplo, con el mito de que somos ricos. El problema es que los que están se roban todo –dicen-, lo cual es verdad, pero no es toda la verdad. En el proceso de robarse todo, han destruido casi totalmente nuestra potencialidad de producir riqueza. Por lo tanto, cuando se vayan, no pueden venir otros a distribuir la riqueza que los anteriores se llevaban. Pero la idea de que sí será posible se deja colar, porque en el fondo, como todo político tradicional en circunstancias convencionales, lo políticamente correcto es endulzar la realidad para que no luzca tan amarga, cuando en verdad: desde hace mucho tiempo Venezuela dejó de estar en “circunstancias convencionales”. Los ciudadanos con mayor educación ya han internalizado que la caída ha sido tan dura y precipitosa que el cambio que viene es cualitativamente radical, por eso no les creen. Cada vez menos ciudadanos les creen. Cada vez cada ciudadano les cree menos. Cada vez son más los que esperan que se les hable con la verdad.


Ahora bien: ¿Por qué, a pesar de las evidencias, ese liderazgo continúa moviéndose en el espacio de las propuestas políticas convencionales? En este tópico me desvío del contenido de la susodicha entrevista. Mi hipótesis -no tiene que ser necesariamente la única causal- es que la generación que, aparentemente, lidera el  Cambio no conoce otra realidad ni otra forma de hacer política que la que los chavistas han creado. Ojo, esta hipótesis no es original. Ya otras personas –recuerdo un largo hilo tuitero de @juliococo- han planteado la tesis de que esta generación está, inconscientemente contaminada y penetrada por los modos de hacer del chavismo. Eso explica, por ejemplo, la voracidad de un sector que está allí y que se vio retratada en todas las francachelas que salieron a relucir en el episodio de la frontera colombo venezolana que condujo a la destitución de Calderón Berti.

Hay gente que está allí esperando su oportunidad para replicar el emblemático abordaje al fácil botín rentista que tradicionalmente ha distribuido el Estado. Esperan que la historia se repita como si en el país no hubiese ocurrido una tragedia en estos últimos treinta y cinco años. Sólo aspiran estar allí de primero, prestos a abordar, cuando se produzca el cambio de ciclo, sin detenerse a pensar ni ser compasionadamente sensibles ante el hecho que ya no hay botín  sino sólo hambre, miseria y destrucción. De allí las frecuentes y reiteradas peleas inter e intra grupales, en su enfrascamiento por aparecer de primeros en la “foto-finish”, así sea dándole la patada al compañero con el que se supone han transitado estos años de pelea y paciente cálculo  en ese rocambolesco “quítate tú para ponerme yo” que tanto les encanta.

¡Cómo ese audio vergonzoso que circuló en todas las redes sociales valencianas a raíz de la expulsión del secretario general de AD en Carabobo! Que se diga allí lo que se dice del compañero con el que, supuestamente, se ha venido luchando “codo a codo” tantos años, nos habla mucho de la incuantificable cantidad de energía perdida que pudo haber sido utilizada para salir de los Destructores y se diluyó en una interminable historia de enfermizas zancadillas. Ahora no se puede abrigar duda sobre una de las importantes razones por las que no hemos podido salir de esos grandes carajos. Lo denuncio responsablemente, con conocimiento de causa porque también fui víctima de la estupidez.

Pero no es sólo el tema de la voracidad. La contaminación con el modo de hacer y pensar chavista, se refleja también  en la incapacidad de imaginarse la necesidad de un nuevo relato. La Cuarta República con toda la decadencia que ya venía haciendo metástasis en ella, está a años luz de esta realidad que estamos viviendo. Por esto: los “mayorcitos” sí podemos visualizar la necesidad que se impone de profundos cambios de naturaleza cualitativa, queriendo aludir con esto a un imprescindible cambio de paradigmas.  Los emergentes sólo pueden imaginarse el cambio en términos de niveles cuantitativos. ¡Es lo que han vivido y no han tenido oportunidad de vivir otra realidad! Los buenos, porque sí hay buenas intenciones en una proporción de ellos que no me atrevería a estimar, debieran entender que tarde o temprano tendrían que someterse a un proceso de descontaminación- formación que no es cuestión de coser y cantar.

¡Acojamos el llamado de Calderón Berti a organizarnos! Las modernas tecnologías de comunicación virtual nos brindan la posibilidad de articularnos en red y de consensuar un mensaje hacia el país preñado de experiencia, sinceridad y una ambiciosa visión de cambio. ¡Un triángulo que le dotará de credibilidad! Es fundamental que nos hagamos sentir. Venezuela lo necesita. Han transcurrido varios meses y no se ha percibido alguna reacción al respecto. Pero el otro día recibí un artículo de Emilio Figueredo que hablaba de una nueva “rebelión de náufragos”. Debo decir que lo interpreté como una señal. Algo debe estar moviéndose, me dije. ¡Bendito sea Dios!

El artículo me dio la impresión que pretendía ser un blindaje anticipado del status quo opositor ante la posibilidad de que se produjera un pronunciamiento crítico de un grupo de individualidades con credibilidad. Equivocadamente busca equiparar aquel entendimiento de un grupo de notables con respecto al segundo gobierno de Carlos Andrés Pérez, a lo que pudiera significar un movimiento tendiente a reestablecer un equilibrio generacional y hablarle con la verdad al país –sin engañosos endulzamientos-. Como aquel entendimiento de los notables ha sido recientemente muy recordado, hasta el punto de tener que calarse uno a personajes como Carlos Raúl Hernández tratando de satanizar la imagen de Arturo Uslar Pietri, habrán pensado que tal comparación podría servir de antídoto a lo que pudiera generarse del episodio Calderón Berti. La comparación de Figueredo es, interesadamente, jalada por los cabellos. CAP no es Guaidó. ¡Ni Guaidó es CAP! Tampoco se trata de defenestrar a Guaidó, sino simplemente que escuche. ¡Que su entorno escuche! Porque lo sano es el equilibrio generacional y no el sectarismo que prevalece ahora.

Concluyo con una aclaratoria que ya estaba implícitamente asomada en el texto: No sería correcto tomar mis señalamientos como una condena a todos los miembros de la actual cohorte generacional que insiste en monopolizar el frente a pesar de la ausencia de resultados. Allí hay gente muy bien intencionada, me consta. Pero también se han infiltrado dañados y creo que esta afirmación no amerita mayor argumentación. Los hechos hablan claro por sí solos. Y lo otro lamentable, es que esos partidos que tenemos fueron incapaces de tamizar para separar la buena semilla de la mala.

No hay futuro sino se logra una recomposición generacional equilibrada entre los Venezolanos que luchamos por el CAMBIO.

domingo, 28 de junio de 2020

El Vacio Generacional- Pensando en la Venezuela del Futuro(III)



El Vacío Generacional


@asdromero


I-La Cadena Rota


En el trabajo anterior nos referíamos a la sensatez de estados como los europeos. Estoy convencido que uno de los factores que contribuye a esa sensatez, es la existencia de un hilo generacional al interior de los estados que siempre apunta a mantener, aunque no siempre lo consiga en el nivel deseable, un cierto grado de coherencia y consistencia en el tiempo del comportamiento de estas complejas estructuras. ¿A qué me refiero con esta denominación de hilo generacional, un tanto abierta para diversas interpretaciones? Lo voy a precisar a los efectos de este texto.

Dentro de las organizaciones que conforman los estados, existe un funcionariado de carrera que es el que se encarga de aportarle sustentación técnica a las decisiones que emergen de cada una de ellas y conformar ese pegamento burocrático necesario para generar una dinámica de estabilidad y un cierto margen de predictibilidad en sus respuestas. Los funcionarios arriban jóvenes, son formados por los más veteranos y, en algún momento, les corresponde a ellos mantener esa correa de transmisión generacional o hilo. Apelo a una imagen gráfica para transmitir esa idea de cómo la experiencia y el “know how” específico de una organización va siendo traspasada a lo largo de generaciones; de cómo el testigo va siendo entregado por los más viejos que ya se jubilan a los que han venido formándose por varios años dentro de la cultura organizacional que, progresivamente,  se ha consolidado en el Ministerio, ente autónomo o empresa del Estado.

La existencia de este hilo generacional es real en los países que funcionan. Y también existió en Venezuela. Recuerdo haber disfrutado mucho, en los tiempos que asistía a las reuniones de la Junta de Individuos de Número de la Academia Nacional de la Ingeniería y el Hábitat, los relatos de los miembros más antiguos sobre lo que había significado en Venezuela el Ministerio de Obras Públicas (MOP). Y así como este, el de Transporte, el del Ambiente o CADAFE. Al interior de estas organizaciones existía una estructura a la cual los nuevos ministros, presidentes o rectores designados para detentar los cargos de confianza escuchaban, incluso aquellos con un perfil más político. Los “importados”, es decir: los nuevos jerarcas que no provenían de esa estructura, se cuidaban en su inmensa mayoría de “inventar” sin antes empaparse de cómo se hacían las cosas dentro del Ministerio. Para eso estaban los funcionarios de carrera que ocupaban los cargos más altos dentro del organigrama, digamos, de perfil más técnico.

Ocurría también en las Universidades. Recuerdo cuando fui electo vicerrector administrativo por un claustro profesoral, sin experiencia alguna sobre cómo administrar una institución tan humanamente compleja como una universidad autónoma.  Ni Ricardo Maldonado, electo Rector, ni yo  comenzamos a articular planes concretos en lo administrativo sin antes abocarnos a recibir la orientación del equipo técnico sobre lo que se podía hacer o no,. Ya habría un tiempo en el futuro en el cual nosotros podríamos tener criterio propio sobre hasta dónde esas limitaciones “técnicas” podían ser reformuladas, pero de entrada, existía un respeto. Me resulta tentadora la digresión de aprovechar este inciso para reconocer la excelente orientación recibida de las profesionales Lic Berenice Paruch de Mascia, Recursos Humanos, y la Economista Norka Nuñez (QEPD), Presupuesto, en aquellos tiempos tan aterrorizantes. ¡Uno se preocupaba por hacerlo bien!

Esa correa de transmisión o hilo generacional sufrió una abrupta ruptura con el advenimiento del régimen chavista. Es posible que viniera debilitándose desde antes, no lo sé. Al menos, en mi experiencia más directa, el Ministro de Educación los cinco años del segundo gobierno del Presidente Caldera, Antonio Luis Cárdenas Colmenter, siempre me pareció que actuaba conforme a aquellos preceptos más tradicionales del respeto a cómo se debían hacer las cosas dentro de un estado sensato. Chávez, no podía ser de otra manera, quebró palitos con la educada tradición. Sabía de todo. Y en su recalentada cabeza tenía la solución para todos los problemas sin conocer siquiera cómo se había llegado al problema.

Nunca olvidaré la escena que ya una vez relaté, en otro texto incorporado a este blog, en la que Chávez, en plena cadena nacional, con un plano al frente suyo rediseñaba el tendido de transmisión del sistema eléctrico interconectado nacional. Los ministros y grandes “gurús” del área que le acompañaban lucían prestos a acoger, complacientemente, cualquier comentario del “Big Boss” y nerviosos ante la posibilidad que les fuera a interrogar y sus respuestas no fueran las esperadas por él. Sin embargo, Chávez también fue cuidadoso al principio, al menos con los ministerios claves –dejó a Maritza Izaguirre seis meses más al frente del Ministerio de Hacienda-. Ya sabemos que le tomó su tiempo desmantelar la meritocracia técnica que imperaba en PDVSA.


Cuando arribamos a la ceremonia de los pitos para despedir a toda esa estructura  técnico- profesional en la que se condensaba el “know how” de nuestra gallinita de los huevos de oro, se cerraba un ciclo a partir del cual se asumía sin complejos el paradigma del “Estado Insensato”. El conocimiento y la gerencia dejaron de ser insumos necesarios para su funcionamiento. La formación de cuadros dejó de tener sentido. Como corolario, desapareció la preocupación por salvaguardar los equilibrios más esenciales preceptuados en el respeto a las leyes económicas fundamentales. Como lo dijo un escritor venezolano, si pudiesen se habrían atrevido a violar hasta la Ley de la Gravedad. Los pocos funcionarios que quedaban del otrora estado, fueron apartados o se replegaron espantados por aquel desastre y así se fueron jubilando. Se derivó de este funesto proceso un gran vacío o “gap” generacional. La cadena de transmisión de la lógica de funcionamiento del estado se había roto.




II-¡No Escuchan!


Esa ruptura tuvo su paralelismo equivalente en  las organizaciones políticas, en las que también existía una correa de transmisión generacional asociada a la experticia en las diversas áreas –más reducida pero existía-. Y esta realidad se reflejaba en la conformación de las planchas de representantes cuando se llevaban a cabo las elecciones. En ellas se incluía a dirigentes de base cuyo accionar operaba, primariamente, a nivel de las comunidades y la organización geográfica del partido y también a sus expertos, usualmente vinculados a organismos funcionales o secretarías tales como: Educación y Cultura, Profesionales y Técnicos, Sindical, Agraria, etc. Es así como un hombre como Sánchez Bueno, por señalar un ejemplo emblemático, sempiterno representante del partido Acción Democrática en la Comisión de Finanzas del Congreso, era usualmente impuesto en la plancha de representantes del Estado Aragua –del cual  él no era dirigente de base- con las consabidas protestas, rápidamente atenuadas, de la dirigencia regional de ese estado. Esta lógica de designación reflejaba en cierta forma la organización matricial del partido.

Pues bien, esa lógica brilló por su ausencia en el ya reconocido como glorioso proceso que condujo a la victoria electoral por mayoría calificada de los factores democráticos en la elección de la actual Asamblea Nacional. La decisión fue de los partidos que asumieron sin mayor complejo ante la sociedad civil el monopolio de las designaciones. Y fue: acordarse sobre la base de los dirigentes de base de los diferentes circuitos, mayormente jóvenes. Al menos esa fue la forma como se procedió en el estado Carabobo –exceptuando la plancha por lista-. Confieso que no he hecho el análisis exhaustivo en otros estados, pero a juzgar por el sector etario predominante en la fracción opositora de la AN, creo que ese fue el criterio nacional.

Es así como llegamos a una representación en la Asamblea Nacional a la que se le premiaba el trabajo de "patear" los circuitos; con buen conocimiento de campo y penetración en el entramado geográfico; con una relativa adecuada capacidad para la movilización de las bases –habida cuenta de las crecientes limitaciones- y  vigorosa energía juvenil. Pero, considerando la muy complicada situación del país a la que se debía enfrentar, eso no lo era todo lo que se necesitaba. También nuestra representación se caracterizaba por inexperiencia en el manejo de los temas complejos; escasa visión de estado; deficiente formación porque les ha correspondido hacer política en el país de los triquitraquis permanentes y, aunque en menor porcentaje, también es obligante decirlo: vulnerabilidad en su estructura de valores morales.

Algunas de estas deficiencias se hicieron evidentes nada más comenzar el período de sesiones. Un veterano de legislaturas anteriores que no voy a mencionar su nombre para no perjudicarlo me dijo: Lo que está ocurriendo es una locura. Algunos asociaciones conformadas por gente muy honorable y con experiencia se acercaron para entregar por escrito recomendaciones –me consta que el Bloque Constitucional lo hizo, específicamente, con una propuesta de desconocimiento de la designación de los nuevos miembros del TSJ por haberse llevado a cabo mediante procedimiento “express”. ¡No fueron escuchados!

El tema del déficit moral tardó más para aflorar, aunque cuando terminó de irrumpir en esa forma tan grotesca como lo que, tristemente, nos ha tocado ver desde la fallida sesión de juramentación de enero de este año, obligó a que muchos de nosotros anuláramos los restantes pocos cheques que nos quedaban en la libreta de confianza que habíamos reservado para esperanzadoramente invertir en esa asamblea nacional. Cabe acotar con respecto a este tema, que ya se había producido una señal de la descomposición con el tema de las francachelas y el pésimo uso de recursos humanitarios en la frontera colombo venezolano  en el lapso cercano a la fallida entrada de la ayuda humanitaria (23 de febrero de 2019). Deleznable episodio, por cierto, que término siendo el causante de la insuficientemente explicada e injusta destitución del Dr. Calderón Berti.

Recuerdo que cuando los candidatos por Carabobo fueron anunciados, mostré mi molestia en algunos de los grupos de opinión en los que participaba. Esa decisión de los partidos me parecía una ofensa a la sociedad civil en un estado vital para el país desde la perspectiva  de su potencialidad en todos los ámbitos: industrial; educacional; histórico; cultural, etc., además: políticamente complicado y con una sociedad civil muy participativa. Llegué un momento que callé. Van a pensar que mi reclamo es un resentimiento por no ser tomado en cuenta para ser candidato, me dije, y no era así porque consideraba existían muchas personalidades con mayores méritos de constancia  que mi persona. Incluso el mismo Rubén Pérez Silva, incansable motor de actividades en el ámbito de la sociedad civil del estado. Y: ¿Por qué no le manifesté a él, en su condición de coordinador de la MUD en el estado en ese momento, mi opinión? Porque sabía que le iba a llevar un problema que no tenía capacidad de resolver. Los partidos, a la hora de utilizar la prerrogativa administrativa que les confiere el CNE de ser las únicas organizaciones con capacidad de postular a los cargos cuando hay elecciones, suelen entrar en un trance viral que les produce sordera y un campo de visión extremadamente reducido para sus  sesudos análisis políticos. ¡Esto debe cambiarse!

En realidad, figuras como Rubén, y yo mismo cuando me correspondió temporalmente iniciar las actividades del Frente Amplio en el estado, hemos servido como detergente Ariel regional para blanquear el pecado capital de los partidos en su muy irregular e insatisfactoria relación con la sociedad civil. Y esta relación, tan necesaria en esta hora tan menguada que vivimos, continua sin ser levantada al nivel que se requiere. De hecho, creo que ha disminuido inquietantemente.  Cuando recorrí el estado, pude darme cuenta que muchachos como Bozo, Ángel, Ylidio y el mismo Lozano mostraban buena técnica discursiva, capacidad de animar y entusiasmar a los ciudadanos que nos acompañaban en sus manifestaciones. Yo no escribo este texto que, inevitablemente, va a tomarse como un reclamo tardío para responsabilizarles a ellos. La falla estuvo arriba. ¿Qué faltó?

Lo que tanta falta le ha hecho al país en estos recientes años de incontrovertible deterioro político. Una instancia superior, unificada y legitimada por el reconocimiento de ella por parte de la inmensa mayoría de los ciudadanos que añoramos un cambio, en la que se hubiese ponderado exhaustivamente y con altura de miras cuál era el perfil de Asamblea Nacional que le convenía al país en el 2015 y, posteriormente, asumir con valentía el reto de convencer al país nacional de las bondades de su decisión. Tantos años de destrucción que han transcurrido y todavía no se ha podido construir esa instancia del interés superior.

No albergo duda que de haber existido, habría llegado a la conclusión que  era absolutamente necesaria una mezcla, una combinación generacional que compensara ese vacío, ese gap que ya se había producido a nivel del Estado y al cual hacíamos referencia al inicio de este texto. A esa asamblea, por supuesto estoy haciendo abstracción de la fracción chavista, le faltaban referentes sociales, intelectuales y éticos. Y esa ausencia va a estar presente en cualquier explicación que se vaya a dar sobre las deficientes ejecutorias de la Asamblea Nacional.

En la medida que ella ha sido neutralizada, siento que el descontento de la cohorte generacional más experimentada ha ido in crescendo. Constantemente recibo opiniones en esa línea. El episodio Calderón Bertí, al cual me referiré con mayor detenimiento en la siguiente entrega porque creo que bien vale la pena hacerlo, incorporó unos cuantos decibelios a esa molestia. El Régimen ha sido muy hábil en ir demoliendo las cohortes generacionales que se  le han colocado en la acera de enfrente. Si se descuidan, hasta la generación de Borges, Capriles, Leopoldo y María Corina corren el riesgo de ser destripados por esa voraz máquina destructora. En su relevo, ha tenido que emerger la generación 2007 sobre cuyos hombros el país cargó cuantiosas y fundadas esperanzas, muchas más de lo que ellos podían ser capaces de procesar. Cuando Guaidó, su máximo representante, pronunció las esperadas palabras de su juramentación como Presidente Interino el 23 de enero del 2019, este evento fue interpretado por muchos como un parteaguas, un punto de inflexión que marcaba una brecha generacional a nivel de las agrupaciones políticas. Y el país NO PARTIDISTA viendo aquello, también se inflamó de entusiasmo.

Pero al final, la falla de origen se está manifestando. Ellas a veces tardan pero nunca dejan de aparecer para destruirnos vanas esperanzas. Todo parece indicar que el Principio de Peter nos alcanzó a todos. Y cuando digo a todos, es a todos. A los que han actuado y a los que nos hemos quedado mirando desde la baranda, un poco acomplejados por aquello de que había que entregarle el testigo a los más jóvenes, porque eso era lo que el país quería como si el país realmente tuviese en ese hondo foso en el que le han hundido la real capacidad de saber lo que debía querer. Hemos visto acontecimientos y episodios que nos preocupan, que siembran en nuestras mentes y corazones serias dudas. Este texto, que ya voy concluyendo, sirve como abrebocas para plantear interrogantes que muchos con mayor experiencia y visión de estado nos venimos haciendo ya desde hace dos años en mi caso. Otros, quizás mayor lapso.

En realidad: ¿Vamos bien? ¿Cuándo hemos ido bien? ¿Cuáles son los indicadores para respaldar esas afirmaciones o son sólo slogans que manifiestan el más puro voluntarismo (Wishful Thinking)? Si de pronto, el régimen de Maduro se cayera como un castillo de naipes: ¿Podría la Generación 2007 conducirnos por el buen camino de la recuperación de Venezuela? ¿Qué creen ustedes? Yo llevo algún tiempo pensando que mi respuesta tiende a un ROTUNDO NO. Ellos, quizás por su déficit de entidad pueden estarse imaginándose que sí lo pueden hacer (esto requiere todo un análisis), pero es tal la pesada carga que ha descendido sobre sus hombros que ellos, por sí solos, están imposibilitados de llenar esa carencia fundamental del país sobre la que versa este texto: el vacío generacional que creó el chavismo. ¿Por qué afirmas eso me dicen algunos amigos con quienes he comentado mis cuitas? Lo que tienen es que escuchar a los expertos. Pero no escuchan, he aquí el problema. Parte del problema generacional. ¡No sólo lo digo yo! Cada vez son más lo que compartimos esa sensación. ¡No Escuchan! Y si es que escuchan a un misterioso grupo de expertos al que no conocemos, que lo presenten. ¡Es urgente que nos reunamos para conformar un nuevo equipo!

domingo, 7 de junio de 2020

Pensando en la Venezuela del Futuro- (segunda entrega)





EL OTRO ASCENSOR

@asdromero


I-Enseñanzas del Viejo Mundo


"Si no se hace ahora una reforma profunda, seria y progresiva, mañana vendrá otro que hará una brutal, verdaderamente brutal". Esto lo expresó el primer ministro francés, Edouard Philiphe, a raíz del estancamiento en el parlamento y el mayoritario rechazo de la ciudadanía a la reforma del régimen de jubilaciones que ha propuesto el presidente Macron. De reformas brutales, cuyos perjuicios a los ciudadanos terminan siendo infinitamente más dañinos que los que pudieran haberse derivado de medidas correctivas asumidas a tiempo, tenemos un doctorado los venezolanos. Aunque calificar de reformas: las consecuencias del NO HACER NADA HASTA ENTRAR EN EL PRECIPICIO, que es la política pública que describe de manera más excelente el accionar del régimen chavista, equivale a reconocerle altas capacidades cognitivas a un burro. Inmejorable ejemplo ilustrativo: lo que está aconteciendo justamente ahora con la gasolina.

Retornando a Francia, las preocupaciones sobre la insostenibilidad del régimen de jubilaciones son viejas. Ya dos gobiernos que intentaron reformarlo en los años 1995 y 2003 terminaron cayendo sin lograrlo. Macron ha asumido el desafío de poner orden en el caótico sistema galo, en el que conviven cuarenta y dos regímenes distintos con llamativas desigualdades y además el costo ya asciende a un 14.3% del PIB. El tiempo para introducir un reequilibrio que detenga la escalada se le acaba. Pero los sindicatos, con el apoyo ciudadano, se le resisten con una oleada de paros, movilizaciones y hasta violentas protestas.

El desafío ha generado interés mundial. Algunos autores llegan a decir que en Francia se está poniendo a prueba la capacidad que tienen los gobiernos democráticos para poder introducir reformas correctivas a articulados legales que amparan el usufructo de derechos sociales, una vez demostrado que su costo no puede ser provisto por un sistema económicamente sostenible en el tiempo. El sistema de jubilaciones francés es uno de los más generosos a nivel mundial –muy similar al español-, y lo que suele suceder, una vez internalizada esa generosidad y asumida como un derecho adquirido, es que resulta muy difícil plantear desmejoras así sean éstas inevitablemente necesarias. Interrogados en frío, los ciudadanos suelen responder que les gustaría que sus políticos pensaran en el mediano plazo y se preocupasen más por las futuras generaciones. Se quejan de que falten políticos con altura de miras; “todos están demasiado obsesionados por mantenerse en sus cargos”. Pero luego, del dicho al hecho.... la realidad es que, en el momento en el que alguien plantea una reforma real con el objetivo de asegurar la sostenibilidad del sistema, todas esas reflexiones de alta ciudadanía se quedan en el olvido y el cortoplacismo y la demagogia se imponen.

En España, que están viendo las barbas del vecino arder, se están tardando para colocar sus barbas en remojo. El Pacto de Toledo, un pacto de estado en el que intervienen todos los partidos políticos, justamente con la idea de despolitizar los obligantes cambios a implantar en su sistema de pensiones y jubilaciones, está prácticamente paralizado. Y con pocas probabilidades de echarlo a andar en una legislatura que no termina de arrancar y con un creciente estado de crispado enfrentamiento entre las fuerzas políticas.

Ustedes se estarán preguntando: ¿A cuenta de qué esta narrativa europea? Mi intención es trasladar a nuestra realidad nacional: las enseñanzas que uno puede ir extrayendo de esta experiencia de vivir el día a día en un cuadrilátero de opiniones vertidas sobre el funcionamiento de estos estados europeos. Unos más que otros, avanzan pistoneando para mantener un balance positivo que dista de lo óptimo. El costo de la democracia, o mejor decir: el costo de la política, siempre les va gravando con obstáculos para lograr lo que la fría racionalidad de los números evidencia como necesario. Del tema de las pensiones y jubilaciones, voy internalizando dos lecciones.

Por supuesto, lo que resalta como obvio es la dificultad para introducir cambios que reviertan derechos concedidos en tiempos de excesiva generosidad, ya sea por haber sido de vacas gordas o marcados por la prevalencia de alguna ola demagógica en el ciclo político. Pero para llegar a la etapa de la dificultad, se hace indispensable, primero, la existencia de ese nivel de gestión técnica capaz de detectar el desequilibrio que se está produciendo en algún subsistema del estado y pronosticar las graves consecuencias que se pueden derivar a futuro del mismo. Los estados, al igual que los organismos vivos, requieren para su adecuado funcionamiento de satisfacer la condición de homeostasis, lo cual es posible gracias a un conjunto de mecanismos de autorregulación que están, permanentemente, monitoreando el desvío con respecto a las condiciones deseables y generando las acciones de control necesarias para corregir los desequilibrios que causan el indeseable desvío. A modo de ejemplo: la propiedad de nuestro cuerpo de poder mantener el nivel de glucosa en la sangre dentro de un rango admisible, la homeostasis del azúcar que cuando no funciona da paso a la diabetes, es posible si y sólo si funciona el respectivo mecanismo de autorregulación.

Volviendo al tema del desafío que pareciera haberse autoimpuesto Macron: ¿Por qué asumir un riesgo político tan alto para lograr aprobar una reforma que le es tan antipática a los ciudadanos? Porque el elemento primario de uno de los lazos de autorregulación que contribuyen a la sensatez y la homeostasis del estado francés, de hecho: uno muy importante, viene emitiendo desde hace años luces amarillas de alarma cada vez más centelleantes. Las decenas de informes que, a lo largo de veinte años, se han venido elaborando con el fin de alertar el peligro de lo que pudiese venir -la reforma brutal por la vía de los hechos sobre la que advierte Philippe-, se condensan en el Informe Delevoye (del alto comisionado para la reforma de las pensiones) que en resumen dice que el problema ya no se puede diferir más.

II-La Verdad Liberadora


En definitiva no sé si Macron logrará el cambio, pero a uno le admira esa “sensatez” de Estado que en Venezuela perdimos hace tiempo. Por supuesto Chávez, con su concepción centralista del poder y su multi sapiencia en todos los campos del saber, aceleró el proceso de primitivización del estado venezolano hasta lograr una absurda insensibilidad ante groseros desequilibrios, que en vez de corregirse se han venido retroalimentando tal cual crecientes bolas de nieve que al agigantarse se han convertido en incontrolables. No es que los sistemas de autorregulación hayan dejado de funcionar, peor que eso: es que desde hace años ningún ente o individuo dentro del estado se atreve a señalar el riesgo de continuar con alguna política pública que, de seguirla aplicando, nos conducirá al desbarajuste. Y debajo de esta insensatez,  subyace la explicación a la pavorosa devaluación del dólar desde los 550 Bolívares de siempre  a los veinte billones; o una pensión mensual del Seguro Social en dos dólares; o la infinita inflación en el precio de la gasolina. En estos sencillos datos que todo el mundo entiende ahora, se retrata el efecto brutal de que el estado perdiera su capacidad de garantizar su homeostasis.

Es el momento de aclarar: no la perdimos con Chávez. Los estertores de la sensatez los recuerdo en los bufidos del Búfalo Leopoldo Díaz Bruzual y los planteamientos del gabinete tecnócrata al cual Carlos Andres Pérez, en su segundo gobierno, no pudo proveerle del suficiente escudo político que les permitiera poner en marcha sus tesis reformistas. Tenemos más de treinta años en los que las escasas palabras sobre lo que venimos haciendo mal no tienen ningún eco. En un trabajo anterior que publiqué en este mismo blog el siete de julio de 2014 (https://quepasaenlauc.blogspot.com/2014/07/un-viaje-en-el-tiempo-y-fopediuc.html), relataba como en 1992, estrenándome como Vicerrector Administrativo, asistí a un Consejo Nacional de Universidades donde expertos en Ciencias Actuariales de la Universidad de los Andes, presentaron una investigación muy seria que demostraba que el sistema de pensiones y jubilaciones de los profesores universitarios no era sostenible. Todo se quedó allí. A quienes correspondía asumir el toro por los cachos, se hicieron los locos.

Pero escapándome un tanto del tema universitario, al cual tengo tendencia a retornar con reiteración porque es el que, comprensiblemente, más conozco: ¿Desde cuándo no se sabe que el ultra generoso régimen de jubilación  venezolano, más caótico que el galo, no es más que ínfula de un país rico que todavía no quiere tomar conciencia que se ha convertido en pobre de solemnidad? Les voy a compartir el siguiente estudio: https://www.tuproyectodevida.es/edades-de-jubilacion-en-europa-con-respecto-a-espana/, en el que se hace un análisis comparativo de los regímenes de jubilación en los países europeos. Son todos países más desarrollados, prósperos y, hoy podemos afirmarlo sin duda alguna, ricos que nosotros. En todos, en promedio la edad para acceder a una jubilación es superior a la nuestra. Y todos están en continua revisión de la auto sostenibilidad de su sistema. Al menos se preocupan, otra cosa es que puedan con la premura aconsejable implantar las reformas necesarias –por aquí comenzamos este texto-. ¿Y nosotros qué? Por supuesto, con los bárbaros chavistas no podíamos esperar que se dieran cuenta que había algo que era urgente cambiar. Pero los que supuestamente desean sucederlos, tampoco hablan del problema. Y así como evaden este, también impera la silente omisión sobre muchos otros asuntos de similar cariz.

En un texto que anda circulando profusamente por los chats y que se le atribuye a Gerver Torres, se afirma que “la mayoría de los venezolanos no conoce la gran dimensión de los problemas de Venezuela”. ¡Coincido totalmente con este planteamiento! Me atrevería a decir que la mayoría piensa que Maduro se va. ¡Hay nuevo gobierno! Pero ellos continuarán jubilándose a los cincuenta años como si aquí no hubiese pasado nada. Y perdonen que insista con un tema con el cual sé que me hago odioso. Pero es que, por otra parte, es tan evidente, desde hace tanto tiempo, que tal aspiración ya no puede ser posible y para darse cuenta de  ello solo basta con levantar la mirada y ver lo que pasa en el mundo que nos rodea, que no consigo mejor tema para ilustrar lo que me angustia.

Es hora de hablarles a los ciudadanos con la verdad. El otro día pensaba en otro ascensor, no en el salarial al que me referí en los dos anteriores trabajos, sino en el que nos montó el Régimen Destructor para descender a tan mísero inframundo. Es como si su velocidad en los últimos niveles hubiese sido tan alta, que a sus pasajeros no les hubiese dado el tiempo para equiparar las presiones. Andan la mayoría como mareados, como atontados sin ser capaces de valorar en su justa dimensión la profundidad a la que han sido transportados. Se puede ver a la mayoría de quienes decían ser los políticos todavía como beodos en cruenta peleas por botellas vacías; a los catedráticos universitarios y señores de las leyes que debieron ser faro intelectual en todo el proceso y no lo han sido, todos perdidos y desorientados sin comprender el nuevo contexto en el que ejercerán su apostolado los que decidan y puedan quedarse; incluso algunos de sus togados con franjas de más distinguidos colores, haciendo gala de supina ignorancia, o lo que podría ser peor: jugando con premeditada intención al engaño de sus pares y a  los líderes religiosos y la profusión de noveles coaches, predicando la paciencia y resiliencia ad infinitum. Una sociedad en la que la mayoría  no ha internalizado la nueva realidad con la que le toca lidiar sea por ineducación o porque ha optado inconscientemente por las cuatro paredes del autoengaño.

Los líderes comprometidos con el cambio en el país se han acogido al estilo de conducta habitual de los políticos: edulcorar realidades, vender sueños bonitos sin mención de los aspectos antipáticos del asunto. En mi opinión, en Venezuela esto ya no es pertinente. Claro que se puede vender un sueño, de una nueva Venezuela que renace con espléndida brillantez, pero hay que ofrecer que lo haremos desde la pobreza de una economía destruida, a partir del sacrificio y el trabajo de todos. Es a partir de esta premisa que se debe elaborar y difundir un nuevo relato político. El cual será verosímil si no se hace ocultación de las primeras medidas que habrá de tomar una vez se instale el nuevo gobierno y en ese paquete habrá de incluirse, necesariamente, medidas muy duras. ¡Que nadie se llame a engaño!

¿Y por qué hablar de eso ahora? Lo primero es llegar, me lo han dicho personas que conocen este planteamiento. Bueno, lo que voy a decir al respecto es estrictamente mi visión personal: pensé por muchos años que, con toda seguridad, saldríamos de la pesadilla, en algún momento pero saldríamos. Ahora, deseo de todo corazón que salgamos, pero es incierto para mí si tal salida se producirá. E incierto el cuándo. Percibo que el contexto internacional se nos ha puesto adverso. Y adentro no hay confianza en la élite política. Hace unos días, alguien con muy buen tino planteaba en twitter: ¿Por qué no recuperamos la fe?  ¡Claro que sería genial RECUPERARLA! ¡Hace demasiada falta que la RECUPEREMOS! –le respondí en otro tuit-.

Pero mi hábito de profesor con el que iré a la tumba: diseñé un examen con una sola pregunta: ¿Qué crees tú que deben hacer los actores políticos identificados con el CAMBIO para que RECUPEREMOS LA FE? Invité a mi interlocutora desconocida a que comenzáramos con esta pequeña tarea. Le repregunté, por si acaso: ¿Tendrían que hacer algo? ¿O tú crees que no? Lo primero que tendrían que hacer, antes de cualquier conjunto de pertinentes acciones que se les ocurra, es abrirse al conocimiento; escuchar la voz de los expertos, nutrirse de ellos y prepararse para hablarle al país con la VERDAD. Si se logran convencer a sí mismos que la verdadera salida de Venezuela se podrá dar sí y sólo sí se respeta la verdad técnica: el nuevo relato saldrá de manera natural.